Europa y Reino Unido contienen la respiración. Los nervios y el descontento cunden entre los británicos ante lo que pueda pasar en Westminster esta noche.

La incertidumbre es máxima y, entre rumores de un posible desabastecimiento, tiendas y consumidores han empezado a hacer acopio por si hay una ruptura a las bravas con el mercado común.

Hace cerca de cuatro años que se empezó a organizar este interminable divorcio con un referéndum planteado por David Cameron, entonces primer ministro, para intentar calmar las luchas intestinas de los suyos, los tories, y frenar el ascenso de partidos como los euroescépticos del UKIP.

Tras una campaña plagada de 'fake news' y de injerencias rusas, que culminó incluso con el asesinato de la diputada europeísta Jo Cox, Cameron perdió el referéndum de 2016 y después de "quemar la casa para salvar los muebles" dimitió.

El 'brownie' tuvo que heredarlo Theresa May, que no abogaba precisamente por el Brexit. De entonces hasta ahora, May ha soportado y sobrevivido a un auténtico calvario político, trufado de revueltas internas, dimisiones, mociones en contra y tensiones con Bruselas. Esta noche, se juega su futuro junto al del Reino Unido.

Mientras muchos en la calle siguen bramando por un muy improbable segundo referéndum.

Ultimátum de May para lograr el apoyo de Westminster: o su acuerdo o no salir de la Unión Europea

Theresa May ha convocado a los conservadores británicos en una reunión de urgencia para intentar convencerles de que apoyen mañana su acuerdo del Brexit. Lo que es en Westminster lo va a tener muy difícil.