Uniforme a rayas naranja y morado, coraza y casco morrión: así es la vestimenta del ejército más pequeño y más antiguo del mundo, el de la Guardia Suiza. Son los encargados de velar por la seguridad del Papa, y ahora están faltos de personal.

Las necesidades de seguridad son cada vez mayores en el Vaticano, y por eso este año hay 25 plazas más. Además, la rotación es alta: cada año un tercio del cuerpo tiene que ser sustituido.

Cristoph Graf, comandante de la Guardia Suiza ha asegurado que este año tienen 23 guardias y necesitan 40. Los requisitos para ser seleccionado no han cambiado en siglos: tener entre 19 y 30 años, ser católico practicante, ciudadano suizo, soltero, medir más de 1,74 y tener buena salud y una reputación impecable. A cambio se reciben 1.500 euros al mes, un sueldo bajo para la economía suiza.

Cuesta tanto encontrar candidatos que de los 140 necesarios, solo han conseguido a 110. Sin embargo, muchos aceptan, porque dicen que es una cuestión de honor. El papa ya ha conocido a los nuevos reclutas. Servirán, durante al menos 26 meses a su Santidad.

Para llegar a un mayor público, la Guardia suiza se ha lanzado a las redes sociales, ha creado una web y tendrá días de puertas abiertas. Una modernización moderada: dicen que todavía no se plantean admitir a mujeres entre sus filas.