El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha levantado todas las alarmas tras su extraño comportamiento en una cumbre de la OTAN. El portavoz de la Unión Europea ha dicho que tenía ciática, un explicación que Juncker suele dar a quienes le tachan de alcohólico.
No parecía dolerle es este chisposo show de hace tres años: palmaditas, besos, anda pero mira si se parece nuestra corbata, motes a líderes europeos como el húngaro… Chascarrillos habituales en un hombre al que hasta el ultraderechista Farage le ha afeado sus vicios.
Un carisma que no le libra de las críticas crecientes de quienes creen que mantenerse erguido debería estar en el catálogo de habilidades del presidente de la Comisión Europea.