La ciudad amurallada de Kowloon fue fundada por la dinastía Song como un pequeño fuerte para combatir a los piratas que amenazaban el comercio de sal en la región, pero no adquirió estatus de ciudad hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando el gobierno chino consideró que, a pesar de haber cedido Hong Kong a las autoridades británicas, debía contar con cierta presencia en la región. La ciudad albergaba por aquel entonces tan solo 700 habitantes.

A finales del siglo XIX, China abandonó sus reclamaciones en Kowloon y los británicos adoptaron una política de no intervención en la región, con lo cual, aunque este reducto antiguamente amurallado de 2,6 hectáreas permanecía técnicamente bajo dominio británico, en la práctica quedó vacío de cualquier autoridad.

Kowloon, la ciudad más densa de la historia

Tras la ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad se convirtió en refugio de inmigrantes y bandas ilegales hasta alcanzar los 17.000 habitantes en 1950. A partir de entonces, la ciudad empezó a operar bajo sus propias leyes callejeras, al margen del resto del mundo.

Kowloon siguió creciendo desproporcionadamente, teniendo en cuenta que su territorio ocupaba la extensión equivalente a dos campos de fútbol, y a mediados de los años setenta, comenzó a crecer a lo alto con edificios de hasta 12 plantas. Su población alcanzó los 50.000 habitantes en 1986, convirtiéndose así en la ciudad con la densidad de población más alta del mundo.

Cableado de la ciudad de Kowloon

Los edificios acabaron paulatinamente con el espacio de las calles (las más anchas tenían apenas un metro de anchura), toda la ciudad se convirtió en algo parecido a un edificio único, ayudando a que los edificios precarios se mantuvieran en pie.

Las construcciones se apoyaban unas en otras y muchos nuevos edificios se construían sobre la azotea de los antiguos, construyendo Kowloon en la ciudad de la oscuridad. Esto, sumado a las marañas de cables y tuberías que cruzaban todas las calles impedían ver el cielo a sus habitantes.

Niños en las azoteas de Kowloon

La policía de Hong Kong no se atrevía a entrar en la ciudad, por lo que Kowloon se 'autogestionaba' sin autoridad. Prueba de ello está en la limpieza de la ciudad: los habitantes de los pisos superiores barrían hacía el piso de abajo y, como resultado, los pisos inferiores eran los más insalubres.

En 1987, Margaret Thatcher entregó la soberanía de Hong Kong a China y el gobierno del país asiático anunció una evacuación de todos los residentes de la ciudad amurallada, así como la futura demolición de la misma. Tras un proceso de varios años e interminables negociaciones con muchos de los habitantes que se negaban a abandonar sus casas, el Estado pagó 384 millones de dólares en compensación a los 900 negocios y a los más de 10.000 propietarios de hogares.