Pablo Neruda no murió de cáncer. Es la contundente conclusión del informe presentado por expertos internacionales que investigan la muerte del poeta chileno, en el que argumentan que había una gran cantidad de la bacteria botulínica en su cuerpo y que el certificado de defunción es falso.

Gracias a sus conclusiones, la jueza ha reabierto el caso: pide un peritaje caligráfico del certificado de defunción e investigar a un médico del ejército que ya fue condenado en 2021 por el asesinato del simpatizante comunista Archivaldo Morales.

La investigación arranca en 2011, cuando la familia del poeta presentó una denuncia para investigar su muerte. El primero en apuntar a un asesinato por envenenamiento es su chófer y en 2017 se abre la causa y se exhuma el cuerpo. Se encontró la bacteria causante del botulismo en una muela del poeta y durante ocho años la investigación se centró en intentar arrojar luz sobre si el botulismo fue por causas naturales o provocadas.

En septiembre del año pasado, la jueza cerraba el sumario, pero este pasado miércoles los expertos confirmaban que la bacteria se encontraba en su cuerpo en el momento de la muerte, lo que la familia interpreta como una prueba irrefutable de que fue envenenado en la clínica donde ingresó por el cáncer de próstata que padecía.

El poeta murió solo 12 días después del golpe militar de Pinochet y un día antes de exiliarse a México. Si se confirma la tesis del envenenamiento, esta nueva investigación podría cambiar la historia.