México ha negado la entrada a los 5.000 migrantes de la caravana que intenta llegar a EEUU. Cientos de ellos intentan seguir su camino cruzando el río Suchiate, en Chiapas.

Cargan con sus mochilas, con sus pequeños a hombros y hasta con carritos de bebé a la espalda. Al otro lado, con escudos y palos, les espera un centenar de guardias nacionales mexicanos.

Unos y otros se lanzan piedras. Algunos migrantes retroceden mientras que a otros los detienen y los meten en autobuses; se cree que para deportarlos.

El pasado sábado, y tras otro intento masivo para cruzar la frontera, Mexico dejó pasar a pequeños grupos de migrantes bajo la promesa de un trabajo, pero la mayoría fue deportada. El trabajo era en los países de origen de los que ellos solo quieren escapar.