Tras la última ofensiva de Israel contra la Franja de Gaza, el Ministerio de Sanidad del enclave, gobernado por el movimiento islamista Hamás, ha denunciado este martes "el bombardeo deliberado" del laboratorio central de la ciudad, el único donde se realizan las pruebas de coronavirus y en el que se suministran las vacunas de COVID-19, además de proveer atención a embarazadas.

Ante esto, el Ministerio ha hecho un llamamiento a las organizaciones internacionales para que "proporcionen suministros de equipo de protección personal para limitar la propagación de COVID-19".

En este sentido, los bombardeos de los últimos días han generado una crisis humanitaria con muy pocos precedentes en la Gaza. De hecho, los ataques de ayer elevaron a 58.000 el número de palestinos desplazados por el intercambio de fuego entre las milicias y el Ejército israelí, que ya cumple más de una semana.

La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), asimismo, ha detallado que del total de desplazados, 42.000 personas se protegen en 50 escuelas de la UNRWA (Agencia de la ONU para refugiados palestinos) a lo largo de la franja.

Por su parte, OCHA solicita una "pausa humanitaria" hasta que se alcance un alto el fuego y la apertura del paso comercial de Kerem Shalom y el de personas de Erez -los dos controlados por Israel- para permitir a las agencias humanitarias operar dentro del bloqueado enclave palestino.

Escuelas, carreteras y otras infraestructuras han quedado afectadas por la escalada bélica, y unos 76 edificios y 725 viviendas han sufrido daños importantes, según la entidad. Los enfrentamientos entre las milicias palestinas de Gaza e Israel entran hoy en su noveno día, sin progresos para alcanzar una tregua, que ha dejado ya 212 palestinos muertos en la franja y otros 10 fallecidos en Israel.