El Gobierno iraní ha advertido de que la muerte de Abu Bakr Al Baghdadi, líder del Estado Islámico (EI), no supone el fin del terrorismo de Dáesh, cuyas raíces, han asegurado, se encuentran en "los petrodólares" y en las políticas militares de Estados Unidos en Oriente Medio.

"Así como la muerte del (fundador de Al Qaeda, Osama) Bin Laden no erradicó las raíces del terror, la muerte de Al Baghdadi no será el fin del 'daeshismo'", ha declarado el portavoz gubernamental, Ali Rabieí.

Tras el anuncio por parte de la Casa Blanca, y en concreto Donald Trump, de la muerte de Al Baghdadi en una operación militar estadounidense en Siria, el portavoz iraní ha argumentado que "los cimientos del Daésh no serán destruidos con bombas y misiles mientras existan los petrodólares regionales y la ideología extremista suní".

Rabieí ha cargado, así, contra las monarquías árabes suníes del Golfo Pérsico, especialmente Arabia Saudí, a la que ha responsabilizado de financiar a grupos extremistas gracias a sus ingresos del petróleo.

Además, el Gobierno iraní ha acusado a EEUU de favorecer el terrorismo en Oriente Medio y el norte de África con sus "políticas militares" y su "apoyo al despotismo".

La muerte de Al Baghdadi se ha producido en un ataque por parte de Estados Unidos que se ha perpetrado con ocho helicópteros que han rodeado la casa del líder de ISIS. El terrorista ha decidido inmolarse haciendo detonar un chaleco explosivo, muriendo junto a sus tres hijos.

El líder del terror

La muerte de Al Baghdadi supone la caída del hombre que ideó ISIS y lo llevó a otro nivel con su propaganda.

"Creó una maquinaria propagandística muy profesional, muy avanzada, con unos vídeos que han sido replicados en muchas cadenas televisivas", ha explicado Jesús Núñez, codirector del Instituto de Conflictos y Acción Humanitaria.

El grupo terrorista empezó a utilizar una productora audiovisual profesional con la que montaba vídeos cuidados al milímetro, como si de superproducciones cinematográficas se tratase.

En ellos mostraban entrenamientos, captura de rehenes, ejecuciones y atrocidades como la destrucción de Palmira. "Ha sabido leer muy bien la manera de captar la atención y de, además, movilizar a individuos", ha señalado Núñez.