El ministro de Coordinación de Asuntos Políticos, Legales y de Seguridad indonesio, Wiranto, dijo a la prensa local que esta es una de las opciones que se barajan en las reuniones con dirigentes y líderes religiosos locales ante la magnitud de la devastación.

La agencia de búsqueda y rescate Basarnas señaló que las tareas de búsqueda se han prolongado una semana más de los siete días que habitualmente se prevén para este tipo de desastres naturales y que cuando esta prórroga concluya "se tomará una decisión".

Según el último recuento oficial, el desastre ha causado 1.649 muertos y 265 desaparecidos pero varias ONG que trabajan en las zonas más castigadas estiman que las cifras podrían multiplicarse.

En los barrios de Balaroa y Petobo de la capital provincial, Palu, dos de las zonas más afectadas, habría en ambos más de un millar de personas sepultadas, según indicó Andy Sandhi, de la organización Aksi Cepat Tanggap (ACT).

Estas dos zonas, donde se centran gran parte de los esfuerzos de bomberos, Cruz Roja, militares y otras ONG, quedaron sepultadas por avalanchas de barro y por la licuefacción del suelo.

Este fenómeno ocurre cuando un fuerte movimiento telúrico golpea un suelo de tierra poco sólida y con grandes bolsas de agua, lo que provoca el hundimiento del terreno y libera una gran cantidad de barro que arrastra los edificios.