Los bomberos de Nueva Gales del Sur van directos a las llamas: una sofocante imagen que expone cómo tratan de apagar la oleada de incendios al sureste de Austrialia, la zona cero que está quedando arrasada. El fuego ya ha quemado unas 575.000 hectáreas. Una amenaza directa que muchos vecinos de la zona intentan frenar como pueden. Los vecinos tratan de evitar que las llamas no lleguen hasta sus viviendas.

"He rociado todo esto con retardante para el fuego y mangueras, mangueras, mangueras. He vaciado mis depósitos", cuenta Peter Simpson, un residente de la zona afectada. Otros, como Brian, en silla de ruedas, aseguran que no puede escapar: "El bosque está ahí abajo, te metes en el incendio".

Las autoridades ya han anunciado lo peor. "Se han perdido dos vidas", anunciaba Gladys Berejiklian, presidenta del Estado de Nueva Gales del Sur. Poco después se confirmó una tercera muerte y hay, al menos, siete personas desaparecidas.

Además, según el primer ministro australiano, Scott Morrison, los daños son innumerables. "Hay centenares de propiedades que han sido destruidas. Y a medida que acedemos a otras zonas que estaban bloqueadas, esperamos peores noticias", afirma Morrison. Los equipos antiincendios llevan trabajando dos días sin descanso.

Más de 1.000 bomberos frente a casi 80 incendios que continúan activos, de los cuales 42 están fuera de control y otros nueve han obligado a activar de nuevo la alerta de emergencia. "Acabo de volver y mi casa sigue ahí", dice una residente. De momento, se han evacuado varias localidades ante la amenaza constante de los incendios que mantienen en vilo a Australia.