En el decimotercer día de guerra en Ucrania, Rusia continúa con la ofensiva a pesar del alto el fuego consensuado para permitir la evacuación de la población civil hacia zonas más seguras. Una población devastada por la situación, rodeada de destrucción, caos, confusión y terror a cada paso que da; una población que ha tenido que dejar atrás todo lo que hasta ahora conformaba su vida ante el peligro inminente de muerte por un bombardeo o ataque de las tropas rusas. Las cámaras son testigo directo de ello.

A lo largo de las jornadas de conflicto, son muchos los fotoperiodistas y aficionados a la fotografía que han logrado retratar con gran empatía y detalle la tragedia de una guerra vista desde dentro, más cuando la población civil se convierte, de forma consciente o colateral, en objetivo de esa agresión bélica. Las imágenes lo muestran: casas, vehículos, infraestructuras públicas, todo reducido a escombros.

La situación está siendo especialmente crítica en las ciudades situadas más al este de Ucrania: Járkov, Jersón, Chernígov, Zaporiyia, Odesa o Sumy ya han sido víctimas de la ofensiva rusa. Incluso Kiev, capital del país, continúa recibiendo ataques constantes mientras los soldados comandados por Putin prosiguen en sus esfuerzos por cercar la ciudad para hacerse con su control. El resultado: la población civil, nuevamente víctima.

Según la ONU, más de dos millones de personas se habrían convertido ya en refugiados de la guerra, escapando como pueden de los puntos de mayor tensión hacia los países vecinos. En este sentido, UNICEF estima que cerca de la mitad de esa cifra la componen menores que, como los adultos, se ven obligados a vivir los horrores de la guerra sin mirar hacia atrás para no ser alcanzados por un ataque. La vida de todos ellos ha quedado ahora reducida a fuego, escombros, ceniza, polvo. A la nada.