Laguerra en Ucraniaha dejado imágenes que se han quedado grabadas en la retina de muchos, especialmente de los que han vivido el conflicto en primera persona; de esos que han tenido que huir por calles llenas de cadáveres o incluso llegar a tener que recuperar los cuerpos de sus familiares de fosas comunes, entre otras atrocidades. Tras doce meses de terror, las víctimas siguen pidiendo lo mismo que cuando empezó el conflicto: justicia.

Esto es precisamente lo que exigió el alcalde de Bucha, una ciudad situada a unos 30 kilómetros al noroeste de Kyiv que los rusos ocuparon durante 29 días. La retirada de las fuerzas rusas en abril permitió descubrir decenas de cadáveres de civiles y sitios en los que se dieron casos de tortura. Es más, la ciudad permaneció varios días con los cadáveres de sus vecinos en las calles. Nadie se atrevía a recoger los cuerpos por miedo a las minas y a los cables explosivos.

Según informes de Naciones Unidas se asesinó al menos a 54 hombres, 16 mujeres y tres niños, aunque éstos son los crímenes que pudieron ser documentados y podrían haberse perpetrado muchos más. Los datos de la ONU muestran que Bucha es el lugar en el que se han documentado más asesinatos de civiles en el país, aunque el total de muertes confirmado por Naciones Unidas es de cerca de 500, lo que podría suponer, según el alto comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk, que Rusia habría cometido crímenes de guerra. Todo esto hizo que el pasado mes de abril el fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional (TPI), Karim Khan, visitara la ciudad, que definió como una "escena del crimen", y efectivamente confirmara que hay indicios de que se hubieran cometido estos crímenes.

Este miedo también se vivió en el norte del país, en Chernígiv. En menos de un mes de conflicto el Ejército ruso logró dejar la ciudad completamente desierta. Su alcalde, Vladyslav Atroshenko, llegó a advertir de que su cementerio había llegado a tal límite que no podía aceptar más cadáveres y, como consecuencia, los cuerpos se mantenían en morgues y refrigeradores más tiempo de lo normal.

La ciudad ucraniana de Chernígiv, "zona de guerra" para el propio Atroshenko, fue en su momento un centro industrial donde llegaron a vivir cerca de 300.000 personas. Pero durante el conflicto, se convirtió en una estratégica localidad para las tropas rusas en su empresa para llegar al corazón del país, Kyiv, ubicado unos 150 kilómetros al sur. Pero además, Chernígiv se transformó en un escenario de atrocidades indiscriminadas. No se salvó ni el estadio de fútbol, apodado Yuri Gagarin durante la era soviética, en cuyo círculo central hay ahora un cráter y, en sus gradas, pedazos de metralla.

Las imágenes de Mariúpol son otras de las que podrían considerarse pruebas de los posibles crímenes de guerra perpetrados por el Kremlin. No son precisamente pocas, pues los misiles han caído sobre numerosos lugares: en marzo, por ejemplo, el Gobierno ruso bombardeó un teatro en el que se encontraban cientos de personas refugiadas, y aunque en un principio no se hablaba de víctimas mortales días después se confirmó que cerca de 300 civiles habían perdido la vidaen el ataque, a pesar de que los propios ciudadanos ucranianos allí refugiados escribieron la palabra 'niños' en el exterior del edificio, para tratar de frenar posibles ataques. Para Moscú, no obstante, el teatro era un claro objetivo militar.

Pese a lo devastado que quedó, por ejemplo, el teatro de Mariúpol, éste no fue el peor ataque ruso. Imágenes tomadas desde un satélite de la empresa tecnológica Maxar llegaron a mostrar, el pasado mes de abril, cuando el conflicto llevaba un par de meses, una fosa común localizada en las proximidades de la ciudad en la que se podrían encontrar entre 3.000 y 9.000 cadáveres.

Lo cierto es que no hubo que esperar tanto para ver las consecuencias del conflicto: no habían pasado ni dos semanas del inicio de la guerra cuando gran parte de la población de ciudades como Járkiv, Jersón o Zaporiyia huía desesperada para dejar atrás el horror, tratando de llegar a otros puntos del continente europeo, alejados del conflicto que Rusia comenzó en su país. Entonces ya eran más de dos millones de personas las que se habían convertido en refugiados de la guerra, escapando como podían de los puntos de mayor tensión hacia los países vecinos.

Pero la realidad es que Rusia no estaba haciendo otra cosa que no hubiera hecho antes. Los crímenes en Ucrania se asemejan mucho a los que se cree cometió en las dos guerras de Chechenia (1994-2000), o incluso antes, durante la intervención de la Unión Soviética en Afganistán (1979-1989). En la de Ucrania, la ONU documenta por ahora al menos 441 asesinatos de civiles por parte del Ejército ruso (entre ellos 72 mujeres y 28 niños), tanto en lugares de detención improvisados como en los domicilios de las víctimas, frente a sus portales o en controles de seguridad sobre el terreno.

Paralelamente, otro informe de la Misión Independiente de la ONU ha descrito terribles crímenes cometidos por los invasores rusos que van desde violencia sexual contra niños y ancianos a torturas a detenidos con métodos como palizas, descargas eléctricas y desnudez forzada. ¿Se sentará Putin en el banquillo por todo ello? La ONU y organizaciones no gubernamentales e instituciones como elConsejo de Europao el TPI trabajan contrarreloj para que así sea, recogiendo testimonios de víctimas de estos crímenes de guerra.

El TPI no podría iniciar un juicio por crímenes de agresión, ya que ni Rusia ni Ucrania son firmantes del Estatuto de Roma que lo creó. Sin embargo, tal y como el propio Khan confirmó recientemente, sí tiene jurisdicción para juzgar actos de genocidio, crímenes de guerra o crímenes contra la Humanidad en territorio ucraniano, dado que las partes firmaron en 2015 una declaración aceptando la jurisdicción del TPI en el territorio. Ahora bien, Rusia sigue teniendo poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, por lo que de intentar crearse un tribunal especial Moscú podría también frenar su creación, como en su momento frustró la resolución de condena contra su propia invasión al país vecino.