Los habitantes de Bashtanka, al sur de Ucrania, recuperan su día a día como pueden. "Bombardearon nuestra casa dos veces. No tiene techo, y las ventanas están destruidas", lamenta una mujer. Ni siquiera quedan tropas rusas allí. Sin embargo, los bombardeos persisten. Un misil ruso destruyó el pasado martes su hospital. Y, desde entonces, no han podido atender a nadie. "Tenía una cruz roja pintada en el techo. Creímos que eso nos salvaría (de los bombardeos), pero resulta que nada es sagrado en esta guerra", denuncia una vecina de Bashtanka.

Mientras, Ucrania alerta: Rusia ha intensificado sus bombardeos, especialmente en la región del Donbás. Y lo hace sin distinción, de posiciones militares a civiles, y de hospitales a iglesias. Un vecino cuenta que un misil "cayó cerca de un puente, y otro en el ambulatorio".

En Slovyansk, al sur de Izyum, su alcalde asegura que durante la noche han atacado varias posiciones civiles. Por ello, pide a sus habitantes, a través de un vídeo, que abandonen la ciudad. Y es que hacia allí se dirige toda una caravana de blindados rusos. El alcalde teme que a sus vecinos les pueda pasar lo mismo que en ciudades como Bucha. Una de cada tres víctimas sería de allí, donde ha acabado el recuento de cadáveres de la fosa común: 412 personas.

Iryna Venediktova, fiscal general ucraniana, señala que Rusia "tiene un plan 'A', que es que las ciudades deben rendirse". "Y si no se rinden, tienen el plan 'B', que es asustar a la población al máximo", advierte.

Al este, en Popansa, otro bombardeo habría matado a dos personas este sábado. Aun así, sus habitantes siguen saliendo a la calle.

Muchos ucranianos escapan de ciudades arrasadas por Rusia. Pese a todo, el índice de aprobación de Putin entre sus ciudadanos nunca ha estado tan alto: roza el 80%, según un estudio ruso.