Aunque los sondeos y los expertos coinciden en que la continuidad de Orban está prácticamente asegurada, lo que le convierte en el segundo líder europeo que más lleva en el cargo por detrás de Angela Merkel, la movilización en las últimas semanas de muchos ciudadanos ante lo dividida que está la oposición en Hungría podría privarle de gobernar a su antojo los próximos cuatro años.

Y eso que Orban se ha esforzado por diseñar un sistema electoral que beneficie a su partido, empezando por la distribución de las circunscripciones y pasando por facilitar el voto por correo de las minorías húngaras en los países vecinos, que tradicionalmente votan Fidesz, al tiempo que a los húngaros en otros países del extranjero, más cercanos a la oposición, se les exige ahora acudir a una embajada o consulado a votar.

El actual sistema electoral, que suprimió la opción de la segunda vuelta que facilitaba aunar fuerzas, prevé la designación de 106 escaños mediante votación directa por circunscripciones y otros 93 mediante el voto por listas a nivel nacional. El hecho de que en las circunscripciones el escaño vaya a parar al candidato más votado beneficia a los grandes partidos, teniendo en cuenta además que los votos que le 'sobran' para conseguir dicho escaño se suman a los obtenidos a nivel nacional.

Los últimos sondeos han mostrado una caída de Fidesz. Los de Orban contarían con el respaldo del 47% de quienes están decididos a votar este domingo, mientras que la segunda fuerza sería Jobbik, que ha moderado su discurso ultraderechista en los últimos tiempos, con el 19%, seguido por los socialistas, con el 13%, según un sondeo de Zavecz Research.