La Policía de Hong Kong ha cargado duramente contra los miles de manifestantes que en las últimas horas habían acampado en el distrito financiero, amenazando con permanecer allí hasta que el Gobierno retirara la reforma de la ley de extradición, que permitirá entregar sospechosos a la China continental.

Miles de personas comenzaron a concentrarse el martes por la noche (hora local) en el distrito financiero de Hong Kong, ocupando Harcourt Road, una importante carretera cerca de las oficinas del Gobierno, en medio de un fuerte despliegue de seguridad.

Los manifestantes acamparon, emulando la Revolución de los Paraguas de 2014, abasteciéndose de agua, comida y otros suministros, incluso médicos, con la intención de quedarse allí hasta conseguir que el Gobierno de Carrie Lam renuncie a la llamada Ley para Delincuentes Fugitivos.

El ex diputado Leung Kwok Hung, uno de los promotores de las protestas, instó también a los hongkoneses a ir a una huelga general hasta conseguir su objetivo. "Tenemos traidores que quieren vender Hong Kong, pero también tenemos a los hongkoneses", arengó.

Las autoridades hongkonesas ya habían anticipado una protesta masiva, por lo que ordenaron un despliegue de 30.000 efectivos, un operativo de seguridad similar al que se prepara para la visita de altos cargos chinos. En un primer momento, la Policía se ha mantenido vigilante, pero finalmente ha intervenido.

Los agentes han usado gases lacrimógenos, cañones de agua y hasta balas de goma para desalojar a los manifestantes de los alrededores del edificio que alberga el Consejo Legislativo. "¡Echad gasolina, hongkoneses!", han gritado ellos, pertrechados con paraguas y gafas de buceo, animando a resistir.

De acuerdo con el 'South China Morning Post', los choques han alcanzado la sede legislativa. Un grupo de manifestantes se ha refugiado allí y los agentes les han seguido. Algunos diputados han asistido a los manifestantes con pañuelos y agua.

Los agentes han conseguido acabar con el cerco a la Asamblea Legislativa y la toma de Harcourt Road, pero los manifestantes se han desviado hacia otras zonas. Se han atrincherado en el interior del edificio Far East Financial Centre y han ocupado un puente cercano.

Algunos conductores han ayudado a los manifestantes en su huida de la Policía bloqueando los principales accesos al distrito financiero con sus propios coches. Además, el Metro de Hong Kong ha permitido la entrada libre para facilitar la vuelta a casa.

De momento, los enfrentamientos han dejado 22 heridos, entre ellos el conductor de un coche que con una herida en la cabeza que ha sido trasladado inconsciente al Hospital Queen Mary. "No hemos tenido más opción que usar las armas para cesar estas protestas", ha sostenido el comisario, Stephen Lo Wai.

El jefe de la Policía ha declarado que "esto es ahora una revuelta", una calificación no se usó ni siquiera en las protestas de Occupy de hace cinco años y que puede conllevar condenas de hasta diez años de cárcel. "Urgimos a la gente a no hacer nada que puedan lamentar el resto de sus vidas", ha aconsejado.

El único precedente de una carga policial así fue en 2014, cuando las fuerzas de seguridad se emplearon a fondo para poner fin a la Revolución de los Paraguas, una violenta intervención que las autoridades justificaron también por la necesidad de acabar con el caos. Este es el mayor desafío al Gobierno hongkonés desde entonces.