Encerrado 20 años

Con 30 kilos de peso, los dientes podridos y obligado a beber del váter: el hombre secuestrado 20 años por su madrastra rompe su silencio

¿Qué ha dicho?
"Agradezco la oportunidad de tener mi primera fiesta de cumpleaños para celebrar mis 32 años", ha manifestado en una entrevista, en la que ha narrado algunos de los horrores que vivió secuestrado por su madrastra.

Kimberly Sullivan junto a su abogado Jason Spilka
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El hombre que fue encerrado por su madrastra durante 20 años y que provocó un incendio para poder salir de ese infierno ha roto su silencio. Dos meses después de ser liberado, el joven ha hablado por primera vez y ha asegurado que, ahora que es libre podrá tomar decisiones por sí mismo. También ha asegurado que lo primero que quiere hacer es cambiar su nombre. "Estoy eligiéndolo. Es la primera de muchas decisiones que tomaré ahora que soy libre", ha afirmado.

Su vida empieza ahora. De hecho, acaba de celebrar su 32 cumpleaños fuera de su cautiverio. "Agradecí la oportunidad de tener mi primera fiesta de cumpleaños", ha manifestado

El incendio que provocó en la vivienda de su madre, ubicada en Connecticut, EEUU, fue una medida desesperada para poder escapar de sus dos décadas de encierro,. Cuando fue encontrado tan solo pesaba 30 kilos. A esto se sumaba que tenía los dientes podridos -algo motivado porque su madrastra solo le dejaba beber agua del váter- y llevaba un año sin ducharse. Además, su comida se basaba en dos sándwiches al día.

Ahora, habla como un acto de libertad. "Estoy mucho mejor y más fuerte que el día que los servicios de emergencia me sacaron de mi casa", ha aseverado. "Ojalá lo hubiera sabido porque habría hecho algo", se lamenta el que fuera su compañero. Otra amiga recuerda que, cuando era pequeño, "nunca llevaba comida a clase" y que se veía en la obligación de buscarla "alrededor".

Como narran en el vídeo de esta noticia, los abusos comenzaron mucho antes del secuestro, pero por el momento no quiere hablar de la magnitud del horror que ha vivido, aunque no descarta que algún día, quizás, "cuente la historia completa".

Intentó escapar más de una vez

La víctima vivió desde los 12 años encerrado en un cubículo de 2 por 3 metros. No veía médicos, ni escuela, ni duchas. Defecaba en periódicos, orinaba por la ventana. Solo salía una hora al día para limpiar la casa o sacar al perro. Con suerte, un sándwich al día. Aprendió a leer solo, repasando una y otra vez los mismos libros, buscando palabras en un diccionario.

Los vecinos jamás sospecharon que, además de los dos adultos y dos niñas su-s hermanastras, hijas de su padre y su madrastra-, en esa casa habitaba otra persona. El piso de la calle Blake se había transformado en una prisión para el joven, quien no había vuelto a salir desde que cursaba cuarto grado.

Al poco de ser encerrado, trató de escapar a la cocina. El intento fallido hizo que reforzaran aún más la cerradura. Las amenazas violentas lo disuadieron de volver a intentarlo. Se le permitía salir brevemente para tareas domésticas o sacar al perro, apenas un minuto. A veces, cuando su madrastra se ausentaba, su padre le dejaba ver la televisión, pero tras la muerte de éste, su prisión se volvió absoluta.

La huida no fue planeada. En una de sus salidas, él cogió una botella de desinfectante y leyó que era inflamable. Con el mechero que había guardado de la chaqueta de su padre prendió fuego a un montón de papeles. Luego esperó a que las llamas se extendieran antes de pedir auxilio.

Su madrastra abrió la puerta, él corrió escaleras abajo y se desplomó. Según un informe policial, mientras yacía allí, escuchó a su madrastra gritar a otras dos personas que buscaran un destornillador para retirar los cerrojos antes de que llegaran los bomberos. También contó a la Policía que su madrastra intentó obligarlo a lavarse la cara para ocultar su estado.

Pero él se negó. "No se levantó a propósito para obligar a los bomberos a intervenir", señala la declaración jurada. Sabía que esa era su única oportunidad de ser rescatado.

Así lo encontró Gabriel Goja, bombero de Waterbury. "Que eligiera esa forma de salvarse es heroico”, dijo y agrego: "Confió en nosotros para salir. Se salvó a sí mismo".