El poderoso cardenal Giovanni Angelo Becciu es el protagonista de un histórico juicio que tiene lugar en El Vaticano. Por primera vez un hombre de confianza del papa se sienta en el banquillo de los acusados.

"Becciu era el número tres de El Vaticano. Era el sustituto de la Secretaria de Estado. Si el Papa no está y el Secretario de Estado está de viaje, quien manda es el sustituto", explica Jesús Bastante, periodista y autor de 'Santiago en el fin del mundo'

Un poder que conllevaba una gran responsabilidad: la de manejar todos los fondos que entraban y salían de El Vaticano. Incluidos los que los fieles dan al papa para ayudar a los pobres. Ese fue el dinero que usar para comprar, por encima de su precio real, un palacio en el barrio más chic de Londres. Una operación en la que se enriquecieron unos pocos y que a la Iglesia le costó, calculan, casi 400 millones de euros. Una historia en la que no falta su particular Mata Hari.

"Una de las implicadas, Cecilia Maraña, creó una red diplomática paralela a la de El Vaticano con la excusa de negociar la liberación de misioneros secuestrados, pero a partir de ahí se establecían relaciones comerciales como Angola o Haití y ahí Becciu pudo favorecer a las empresas de sus hermanos", añade Bastante.

El cardenal y la espía son dos de los diez acusados en esta trama que incluye malversación, fraude, extorsión o lavado de dinero en paraísos fiscales y que ha acabado en juicio.

"Hasta hace tres meses, a un cardenal solo lo podía juzgar otro cardenal y se cambió la ley por este caso, que es un caso paradigmático de cómo durante tanto tiempo ha funcionado la corrupción sistémica en el Vaticano", denuncia Bastante.

Por si faltaba algún ingrediente, será un juez antimafia quien decida el desenlace.