'Todos contra Le Pen' parece ser el lema de cara a la segunda vuelta.

A la campaña para frenar la amenaza de la ultraderecha se ha sumado el presidente Hollande. Dice que entiende el descontento que ha llevado a estos resultados y a movilizar el voto con una participación que ha superado todas las expectativas.

Pero Hollande advierte que la elección ahora está clara: "La ultraderecha sólo nos dividirá profundamente. Yo voy a votar a Emmanuel Macron. Y pido a la gente que haga lo mismo. Están en juego nuestros valores y nuestro lugar en el mundo", ha declarado.

De momento, las instituciones europeas respiran aliviadas y proclaman al candidato Macron la esperanza de una generación.

"Me encantó ver ondear juntas las banderas de Francia y Europa celebrando los resultados", ha declarado Federica Mogherini, alta representante de Exteriores de la UE.

También los socialistas franceses le brindan su apoyo. Su candidato, hundido, pidiendo perdón, es la otra cara de esta primera vuelta, símbolo imperfecto del desmoronamiento de los dos grandes partidos franceses. Por primera vez en 40 años no se disputaran el Elíseo.

Más entero pero igualmente derrotado, el candidato de los Republicanos, el imputado François Fillon, asumía la caída de la derecha tradicional como fracaso propio y pide a los suyos, también, que no apoyen a Le Pen.

Queda por saber qué decidirán las bases de la Francia insumisa, pero su líder, para muchos vencedor moral de estas elecciones, casi mismo porcentaje que Fillon, ya ha dicho que de momento no pedirá el voto para Macron.

Tampoco le hará mucha falta ya que según todas las encuestas, el centrista Macron ganará sin problemas.