Con una exacta puntualidad británica, -a las 11:20 horas-, arrancaba este sábado la esperadaceremonia de coronación de Carlos III. Sonaba el himno británico en las inmediaciones del Palacio de Buckingham cuando el rey salía del palacio junto a Camila en la modernísima carroza del Jubileo de Diamante.

El vehículo fue construido en 2012 con motivo del 60 aniversario del reinado de Isabel II. Sin embargo, la madre de Carlos III realizó en 1953una ruta más larga con el objetivo de ser vista por la mayor cantidad de personas. (Hay que tener en cuenta que no todo el mundo tenía acceso a un televisor).

Tras una breve procesión, el monarca ha llegado hasta la Abadía de Westminster, donde ha accedido a través de la Gran Puerta Oeste. Ha desfilado ante unos 2.000 invitados precedido por la reina Camila y seguido por su hijo, el príncipe Guillermo.

Dos de los hermanos de Carlos III se encontraban en las primeras filas. Sin embargo, tanto su hijo Enrique como su hermano Andrés han quedado relegados a un segundo plano. Carlos III ha sido presentado al pueblo. Posteriormente ha jurado su lealtad a la Iglesia Anglicana ante el arzobispo de Canterbury.

Posteriormente, sentado en la silla de San Eduardo ha llegado el momento más "sagrado" de la ceremonia: la santa unción. Se trata también del instante más privado, un momento único entre el rey y Dios. Para evitar que pudiera verse este proceso, ha sido cubierto con una pantalla, tejida especialmente para la ocasión.

Instantes más tarde Carlos III ha sido coronado. A la vez han sonado las salvas y el repicar de las campanas de Westminster. El rey ha ascendido al trono mientras que su heredero, Guillermo, se ha arrodillado ante él, como puede observarse en el vídeo superior. Una icónica imagen que ha sido seguida por la de la coronación de Camila, quien oficialmente ha obtenido el status de reina en una ceremonia con más presencia femenina que nunca. También más internacional.

Finalmente los reyes han abandonado el templo y se han dirigido de nuevo a Buckingham en el histórico carruaje dorado. Al llegar al palacio han salido al balcón para saludar a sus miles de admiradores, culminando de esta forma la histórica ceremonia, cargada de simbolismos materializados en diferentes objetos, como la corona de San Eduardo, hecha en el siglo XVII para Carlos II y lucida este sábado por primera y última vez por el rey de 74 años durante su coronación. El arzobispo de Canterbury le ha hecho entrega del anillo, el bastón y el cetro.