Hayk, español de origen armenio, es consciente de la grave crisis que viven Armenia y Azerbaiyán. Aquí tiene mujer e hijos, pero allí están sus padres y el resto de su familia.

No he visto un Kalashnikov ni en un museo, pero soy consciente que si hace falta habrá que ir”, reconoce. Allí tiene familia y un primo herido en el cuello. La escalada de violencia en la frontera entre su país y Azerbaiyán le hacen plantearse marcharse al frente.

Él ha dedicado toda su vida a entender la historia del pueblo armenio, una historia que siente que ahora se repite. En 1915, los armenios sufrieron un genocidio que ahora Turquía no reconoce. Este fin de semana, se ha reunido con compatriotas en Madrid tras celebrar una misa por su país y el sentimiento es unánime entre ellos: “Lo vemos con preocupación, pero mandando ánimos”.

Nagorno-Karabaj y alrededores son una región pertenece sobre el papel a Azerbaiyán, pero está habitada por armenios y es de facto autónoma. Allí el conflicto lleva años latente; no está claro cuál de los dos bandos lanzó la primera piedra el domingo pasado, pero desde entonces la situación es incontrolable, con continuas explosiones sobre poblaciones civiles y despliegue militar.

El papel de Turquía en el conflicto

Una batalla en la que Azerbaiyán cuentan con el apoyo de Turquía. Enrique Ayala, analista de la Fundación Alternativas, nos cuenta que por allí pasan gaseoductos para el suministro de gas y de petróleo a Turquía y a Europa.

El sentimiento nacionalista en ambos bandos se ha exaltado, hasta el presidente armenio se ha alistado en el frente. Una batalla que es ya la peor desde la guerra iniciada en el 88. Entonces se tardaron seis años y miles de muertos en lograr la paz.