Hasta 42.000 personas llevan atrapadas 177 días en la localidad siria de Madaya, en la periferia de Damasco. Muchos de ellos sufren la desnutrición a la que les ha condenado Al Assad. Han tenido que morir varias personas de hambre y desatarse una terrible crisis humanitaria para que el gobierno permita la entrada de ayuda de Naciones Unidas, que comenzará a repartirla en los próximos días.