De nuevo la imagen de un país destrozado. Seis años después de ser barrido por un terremoto, Haití parece ese lugar condenado a no levantarse nunca.

"Haití tiene un elevado grado de dependencia no sólo cuando hay desastres. Muchos de sus ministerios viven de fondos de la comunidad internacional", afirma Francisco Rey, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Ayuda Humanitaria (IECAH).

Dependencia es el concepto clave y el gran error cometido en Haití, un lugar invadido por las ONG en 2010.

La intención siempre es ayudar pero, a veces, el fallo viene desde arriba. Desde un sistema económico que no piensa en la autosuficiencia de los más pobres.

"Se subvenciona la producción de arroz en EEUU, pero los excedentes se regalan a Haití destrozando el mercado local", explica Laura Alcaide, directora del Proyecto 'Cooperación Internacional'.

La aberración fue no confiar en los agricultores y empresarios locales. Por eso Bill Clinton pidió perdón a los haitianos. "Fue un error. Vivo todos los días con las consecuencias de nuestro fracaso con el arroz en Haití", lamenta el expresidente de EEUU.

Porque tras la necesaria ayuda tras una catástrofe, las ONG ya saben que el siguiente paso es trabajar en el desarrollo local. Algo que todavía no ha ocurrido en Haití.

"Tu objetivo debería ser darme una caña, enseñarme a pescar y marcharte. Pero si después de 40 años sigues aquí, tenemos un problema", apunta Jean-Ronel Noel, un empresario local

La nueva catástrofe en Haití es un viejo reto para la cooperación internacional. Hay que ayudar a que los pobres prosperen y evitar que dependan siempre de la ayuda de los ricos.