Agolpados frente a la embajada de Estados Unidos muchos ciudadanos de Haití buscan, literalmente, una salida. "Hay que salir del país", afirma un hombre.

Ha corrido el falso rumor de que Washington dará visados humanitarios. Mientras, el Gobierno le pide tropas a Biden y a la ONU para garantizar la seguridad. "El objetivo es pacificar para que podamos celebrar elecciones", sostiene Mathias Pierre, ministro para las elecciones.

Soldados y elecciones, una vieja receta en Haití que, insisten quienes conocen el país, no funciona. "Sería otro intento fallido de intentar reforzar la democracia a punta de pistola. La gente vería a tropas extranjeras apuntándose mientras que, tras sus muros, los verdaderos criminales del país estarían tan tranquilos", asegura Michael Deibert, periodista especializado en Haití.

Se refiere a las familias oligarcas que controlan el país y, también, a las bandas. "Todas estas bandas están patrocinadas por las élites políticas y económicas", añade.

Grupos que tienen aterrorizada a la capital. Solo en el mes de junio hubo, al menos 150 muertos y, además, violentas protestas espoleadas por la falta de oportunidades.

"Un padre de familia que ve que su hijo no puede comer todos los días, durante una semana o incluso un mes puede autocontrolarse, pero pasado ese tiempo...", indica José Miguel De Haro, presidente de la ONG Acoger y Compartir.

Un millón y medio de niños necesita ayuda urgentemente y el 60% de la gente vive con menos de dos dólares al día. "En uno de nuestros jardines de infancia los niños que entraban a las 8 de la mañana, a las 9 ya estaban durmiendo. Estos niños solo comían lo que se les daba a mediodía en la escuela y venían caminando algunos una hora. Llegaban a clase con los zapatos en la mano para no gastarlos y no mancharlos", añade De Haro.

Haití todavía no se ha recuperado del terremoto y la posterior epidemia de cólera. Y ahora, esta nueva crisis: un país golpeado demasiadas veces que vuelve estar contra las cuerdas.