Según el 'New York Times', los hechos han ocurrido en el valle de Javari, la segunda reserva indígena más grande de Brasil, en el lejano oeste. La agencia brasileña de asuntos indígenas, Funai, presentó una denuncia ante el Ministerio Público, en el estado de Amazonas, después de que Leila Silvia, coordinadora de Funai, escuchara como los mineros, responsables de la masacre, relataban los hechos. "Fue una cruda charla. Incluso se jactaron de cortar los cuerpos y arrojarlos al río", relató la coordinadora al 'New York Times'.

La presidencia de Brasil redujo la financiación de los asuntos indígenas y Funai cerró cinco de las 19 bases que utiliza para vigilar y proteger las tribus aisladas.

Con las disputas de tierras en muchas áreas de Brasil, los grupos indígenas, los trabajadores rurales y los activistas de la tierra han sido objeto de violencia. Más de 50 personas habían muerto a finales de julio, en comparación con 61 en todo 2016, según la Comisión Pastoral de Tierras.

Los activistas temen que los grupos indígenas sean los más vulnerables en este tipo de situaciones. Han señalado que las amenazas van en aumento y el Gobierno de Brasil, según ellos, no pone soluciones. Esta masacre es la segunda que ocurre en un año. El primer asesinato de indígenas, todavía continua abierto.