Tumbado en una camilla casi inconsciente, el equipo médico baja al opositor ruso Alexéi Navalny del avión en el que viajaba para trasladarlo de urgencia a un hospital. Solo unos minutos antes un pasajero graba los gritos de dolor del activista, que se retuerce en su asiento. Segundos después un equipo médico entra para atenderlo y Navalny acaba tendido en el suelo, completamente inmóvil.

Este jueves regresaba a Moscú desde Tomsk, ciudad en el sudoeste de Siberia, pero durante el vuelo comenzó a sentirse indispuesto y el avión tuvo que aterrizar de emergencia en Omsk, a más de 2.600 kilómetros de la capital. Según denuncia su secretaria de prensa, Navalny ha sido envenenado con una sustancia tóxica que alguien le puso en el té. Un pasajero, incluso, captó al opositor tomando algo antes de embarcar.

Navalny está en coma y conectado a un respirador en cuidados intensivos. Según el hospital en el que está ingresado, "su estado es grave, pero se encuentra estable". Sin embargo, la portavoz del opositor también denuncia el hermetismo de los médicos. Una desconfianza que ha hecho que su entorno esté buscando ya una clínica en Europa al que poder trasladar al opositor.

Navalny es la cara más visible de la oposición al presidente Putin y hasta ha sido detenido en varias ocasiones y ha estado sometido al acoso de grupos pro-Kremlin. Su hospitalización se produce en un momento en el que la disidencia rusa coge aire y cobra un nuevo impulso con las masivas protestas en Bielorrusia.