Una pequeña venganza partidista puede acabar arruinando una prometedora carrera política. Al gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, esperanza de los republicanos, se le acusa de haber provocado atascos kilométricos en un puente clave de acceso a Nueva York. Todo para complicar la vida de un alcalde demócrata que no le apoyó en su campaña de reelección. Christie ha dicho que no sabía nada, pero se confiesa avergonzado.