Han pasado tres meses desde que más de 10.000 inmigrantes, muchos de ellos menores, logran entrar en Ceuta a nado.

El gobierno marroquí no impone entonces fuerza alguna en sus fronteras. "No es admisible que haya un Gobierno que diga que se atacan las fronteras, en este caso de España, por desavenencias y diferencias, discrepancias, en política exterior", declaraba Sánchez el 31 de mayo.

¿El detonante? Desde abril de este mismo año el líder del Frente Polisario, Brahim Gali, estaba en España hospitalizado por coronavirus.

La embajadora de Marruecos en España califica la situación de grave crisis. "España, desgraciadamente, ha optado por la opacidad para actuar a espaldas de Marruecos acogiendo y protegiendo a este criminal", afirmaba el 21 de mayo.

Aunque el deterioro de las relaciones venía por otro problema ya anterior: la posición de nuestro país respecto al conflicto del Sáhara Occidental.

A Rabat no le gustó que España no reconociese la soberanía de Marruecos sobre el Sahara, tal y como hizo Donald Trump.

Llegados a esta situación, la escalada de la crisis llega a su peor momento desde que Marruecos ocupó el islote de Perejil, deshabitado en medio del Mediterráneo en 2002.

Un total de 19 años de disputa geopolítica donde finalmente se llegó a un acuerdo y las relaciones cambiaron.

La última cumbre entre Pedro Sánchez y el Rey de Marruecos tuvo lugar en 2018 donde ya existía sintonía en materia de migración.

"Esta es una responsabilidad compartida", declaraba Sánchez en noviembre de 2018.

Han pasado más de dos años y medio y lo máximo han sido las últimas palabras del rey Mohammed VI: disposición a abrir una nueva etapa. Ahora, habrá que ver hasta qué punto cambian las relaciones.