Las cuatro fugas localizadas en los gasoductos Nord Stream 1 y 2 suponen un impacto tremendo a nivel climático, toda una crisis que desde Greenpeace catalogan como "bomba climática". Así lo califica Francisco del Pozo, experto en combustibles fósiles de la organización, que explica que el metano tiene un potencial de efecto invernadero "muy alto".

"Cuantas más emisiones de esas tengamos, tendremos más olas de calor, más sequías, más tormentas...", lamenta Del Pozo, que explica los devastadores efectos que este tipo de eventos generan a la aceleración del cambio climático.

Para que nos hagamos una idea de la magnitud de la emergencia climática que supone, Greenpeace estima que se han emitido 150.000 metros cúbicos de metano, una emisión que equivale a 30 millones de toneladas de dióxido de carbono. Ese dato equivale a la emisión de gas a la atmósfera de todo el parque automovilístico de España... en un año.

La organización ecologista ha tildado al metano que hemos visto en las últimas horas salir de las tuberías de los gasoductos como "chapapote invisible". Lo cierto es que se desconoce cuándo se van a arreglar las fugas, una tarea que, según el ministro de Defensa danés, Morten Bødskov, podría demorarse durante semanas.

"Va a llevar tiempo. Si uno escucha a los que saben cuánto gas hay en las tuberías y cuánto tiempo pasará hasta que baje la presión, la realidad es que puede tardar una semana o catorce días hasta que la zona esté lo suficientemente tranquila", afirmó este miércoles.

A las tres fugas detectadas este miércoles, hay que sumar una cuarta localizada el martes en la zona exclusiva económica sueca, una más pequeña que la que ya se localizó en el Nord Stream 2. Si la primera es de unos 900 metros de diámetro, esta segunda es de unos 200 metros.