Son unas elecciones insólitas: "Es una de las más inesperadas, de las configuraciones más sorprendentes porque por primera vez tenemos a cuatro candidatos parecen casi empatados" explica Mathieu de Taillac, corresponsal de Le Figaro en España.
Con diferencias entre ellos inferiores al margen de error, todo está abierto y más aun teniendo en cuenta fracasos recientes de la demoscopia que no predijo las victorias de Trump, del Brexit o del no en el referéndum de Colombia. La duda es si Macron, favorito en las encuestas, cumplirá las expectativas.
"Corresponde a una sociología de la gente que ha pasado por las mejores escuelas francesas, que se corresponde con la sociología de los directores de periódicos, de los analistas, de la gente que sale en los medios pero no sé si se corresponde con una mayoría" dice Tillac.
Macron es la excepción en una campaña de discursos extremos, tanto de la izquierda, como de la derecha y la extrema derecha. Esto, y lo ajustado de las encuestas pueden cambiar las costumbres del electorado francés, que en la primera vuelta solía votar con el corazón y en la segunda, con la cabeza.
"Lo que pasa es que en primera vuelta hoy sabemos que se va a jugar muchísimo porque no sabemos quiénes son los dos que van a llegar. Hay muchísima gente que va a pensar útil en primera vuelta y que ya está haciendo sus cálculos: si voto a éste ya que está fuerte en los sondeos, me aseguro de que esté en la segunda vuelta" Explica Sandrine Morel, corresponsal de Le Monde.
Todo es tan incierto que los sondeos a pie de urna, que tradicionalmente predicen el resultado, pueden no acertar esta vez: "Estas elecciones son las más locas que se han vivido nunca y aunque tengamos los sondeos a pie de urna, hasta el último minuto no vamos a estar seguros de quién está" explica Morel. Así que la noche puede ser larga.