Las autoridades bielorrusas han difundido un vídeo del periodista opositor Roman Protasevich en el que niega haber sido torturado: "El trato de los funcionarios ha sido el correcto y conforme a la ley", ha dicho frente a la cámara. Sin embargo, el cambio radical de opinión, así como algunas marcas físicas o gestos hacen pensar que el detenido puede haber sido forzado a declarar lo que se escucha.

Su padre asegura que se le puede ver "nervioso" y que es probable que tenga rota la nariz porque está "maquillada y cambiada" y en el vídeo se puede ver una pequeña mancha en la frente y un hinchazón en la mejilla que antes no presentaba.

Asimismo, Protasevich desmiente que padezca problemas cardiacos como sí alega su familia, que piensa que el discurso de su hijo ha podido ser forzado por parte de las autoridades porque ha reconocido de manera repentina y cambiando de opinión las acusaciones del Gobierno de Bielorrusia: "Sigo cooperando con las autoridades y confieso haber organizado disturbios masivos en Minsk".

Organismos internacionales también muestran su apoyo

Svetlana Tsikhanouskaya, líder de la oposición bielorrusa en el exilio, ha asegurado que "está claramente golpeado y bajo presión" y que "no hay duda de que puede haber sido torturado".

La Unión Europea no se ha mantenido al margen y, de momento, han cerrado el espacio aéreo con el país. Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, ha exigido la "liberación inmediata de Roman Protasevich y de Sofía Sapega –su novia-". También se ha pronunciado Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea: "Esto es un ataque a la libertad de expresión y a la soberanía europea".

Roman Protasevich comenzó su activismo hace 10 años. Sus ideas le llevaron a ser detenido con 16 años y expulsado de su instituto y, más tarde, de su universidad. Sin embargo, se convirtió en referente de la oposición contra Aleksandr Lukashenko. Ello le llevó a exiliarse en Polonia en 2019.

Su novia también se encuentra detenida. Es rusa y su país se ha negado a ayudarla. Está retenida en un centro de disidentes en el que se han denunciado torturas.