Shristi Regmi, la teniente de alcalde del municipio de Budhinanda, en el noroeste de Nepal, cumple una noble misión, recorrer las aldeas remotas de su provincia para acabar con el 'Chhaupadi', la antigua práctica de mantener a las mujeres en una rudimentaria caseta mientras menstrúan.
Regmi, de 26 años, quiere salvar la vida de personas inocentes poniendo fin a la costumbre que por siglos ha llevado a mujeres y niñas al "exilio" fuera de su vivienda durante la menstruación, una costumbre que persiste en las comunidades tradicionales pese a haber sido prohibida hace más de una década.
La muerte de Amba Bohara, de 35 años, y sus dos hijos, de 12 y 9 años, las últimas víctimas de la práctica hindú muy arraigada en el país del Himalaya, motivó la campaña de Regmi que ha conseguido el desmantelamiento de unas 80 chozas menstruales en diferentes aldeas.
Apenas han pasado dos semanas desde la helada noche del 8 de enero en la que Amba encendió una fogata para mantenerse caliente en un cobertizo sin ventanas al que fue llevada durante su período acompañada de sus hijos. A la mañana siguiente, cuando su suegra abrió la puerta de la cabaña, los tres fueron encontrados muertos. La Policía Local sostiene que murieron de asfixia mientras dormían debido a la hoguera en el interior de la choza. "Esta es una mala práctica religiosa que ha matado a muchas mujeres.
Esta creencia profundamente arraigada debería terminar ahora", dijo Regmi. Durante los períodos menstruales y posparto, la tradición hindú considera a las mujeres o niñas impuras, por lo que tradicionalmente se les prohíbe entrar a las casas, cocinas y templos.
Además, se les impide tocar a otras personas, ganado, comida, vegetales y plantas. El acceso a los grifos de agua y pozos también es limitado. Las mujeres que practican Chhaupadi solo pueden bañarse o lavar la ropa en un pozo separado. Entre algunas comunidades, se cree que si una mujer que experimenta la menstruación toca frutos, estos caerán antes de que estén maduros, o si ella trae agua, el pozo se secará. Aunque el Gobierno y varias organizaciones sociales han estado trabajando durante mucho tiempo e invertido fortunas para acabar con el Chhaupadi, su resultado no es satisfactorio, manifestó Regmi.
"Es un desafío acabar con esta creencia de siglos de antigüedad en un corto período. Pero no es imposible", agregó. La muerte de la joven madre y sus dos hijos llevó a las autoridades locales a conminar a los habitantes a demoler los Chhaugoth, como se le conoce a las chozas para este fin, en las dos semanas siguientes a la tragedia. Incluso si la familia continúa obligando a sus hijas a permanecer en Chhaugoth, la municipalidad recopilaría los datos de esas familias y dejaría de recomendarlas para el subsidio estatal y las pensiones de vejez, advirtió. Además quedarán bloqueados para acceder a la carta de recomendación para que presenten su certificado de ciudadanía y su pasaporte, y se les prohibirá concurrir a puestos de trabajo del gobierno.
"Estamos recopilando datos sobre quiénes han demolido sus Chhaugoth y quiénes no. Aquellos que no lo hayan hecho, su nombre se hará público y se les prohibirá el acceso a las instalaciones estatales", avisó la miembro del ayuntamiento. El impulso de Regmi ha cambiado el ánimo de la población, los oficiales de policía desplegados en el distrito de Bajura están patrullando las aldeas y vigilando las chozas.
Aunque no hay datos sobre el número de chozas Chhaupadi en el distrito, Regmi estimó que podría haber alrededor de 120. La reunión del Comité de Audiencias Parlamentarias de Nepal emitió directivas al Ministerio de Mujeres, Niños y Personas de la Tercera Edad para registrar a las familias que están obligando a niñas y mujeres a practicar Chhaupadi.
La costumbre se practica en todo Nepal pero en diferentes estilos, en algunos lugares hay cobertizos Chhaupadi construidos en las colinas y los distritos montañosos remotos. En los distritos de Doti, Baitadi y Darchula, la mayoría de las mujeres se quedan en cobertizos de ganado.
En las áreas urbanas, las mujeres se quedan en una habitación separada y no se les permite cocinar y tocar a las demás personas. "Es una práctica ampliamente aceptada en todo Nepal. Desde el que tiene estudios hasta el analfabeto y desde la élite económica hasta los pobres, todos siguen esta creencia de la menstruación", declaró a Chet Raj Baral, oficial jefe de distrito de Bajura, quien añadió que, aunque la costumbre no puede ser erradicada fácilmente, se puede "concienciar".