La historia de María Dolores surge de una conversación de amigas con una mirada bucólica de la jubilación. “Mi socia siempre decía que, cuando fuéramos viejecitas, haríamos vino. Pero yo le dije que eso lo hacía todo el mundo”, explica.

Así, decidieron obviar las viñas y escoger los olivos. De esto hace casi quince años y la apuesta ecológica de OliOli, en Requena (Valencia), ha conseguido exprimir 9.000 litros de aceite por campaña de sus 6.700 olivos y más de cuarenta premios a nivel nacional e internacional.

En Oli-Oli han apostado por no utilizar pesticidas ni fertilizantes para la elaboración de sus óleos. Tampoco por roturar ni arar la tierra que rodea a sus frutales. Una decisión que no ha estado exenta de críticas: “Al principio, en una reunión, un señor me dijo ‘olé por las mujeres bravas. ¿No será usted como esas dos 'señoritinas' de Valencia que han plantado olivos y los tienen abandonados?’. Y yo le respondí: ‘Las dos señoritinas somos mi socia y yo’”.

La suya ha sido la primera almazara de la Comunidad Valenciana con una línea de producción exclusivamente respetuosa con el medio ambiente: “Esa ha sido nuestra apuesta: no entendíamos la agricultura que no fuera ecológica”.

Si bien esto reduce el margen que la compañía obtiene por botella, la calidad ha sido reconocida también en el mercado internacional: desde hace un año exportan al mercado japonés, que quedó encandilado por los aceites de estas emprendedoras que descartaron hacer vino.

Ropa a medida y sostenible

En la otra punta de España, el impulso emprendedor de Antía y Vanesa llegó de la mano del confinamiento. Mientras todos permanecíamos en nuestras casas durante la primera ola del coronavirus, ambas jóvenes de Vigo diseñaron un plan para aprovechar sus ideas y originalidad.

“A raíz del confinamiento, nos dimos cuenta de que la vida te puede cambiar en cuestión de segundos”, señala Antía, una de las cofundadoras de VANA, a los micrófonos de laSexta. “Pensamos que podíamos crear algo sostenible y, a la vez, creativo para dejar que la gente fluyese con su creatividad”, subraya.

Estas dos jóvenes, que se conocieron en Burgos estudiando Comunicación Audiovisual aunque después volvieron a Pontevedra, apostaron entonces por poner en marcha su propia marca de ropa a través de internet. “El mundo de la moda siempre nos atrajo, pero no es solo crear una marca de ropa, sino un estilo de vida”, sostiene Vanesa, la otra integrante del tándem.

Las intenciones de estas jóvenes chocaron con la realidad: ¿cómo empezar de cero y traducir ese impulso emprendedor en una verdadera compañía?

“Cuando vas al colegio aprendes Matemáticas o Lengua. Pero no te enseñan a seguir tu camino, emprender, hacer la declaración de la renta… cosas básicas del día a día”, apunta Antía. “Muchísimas veces pensábamos que era imposible”, dice la joven.

Pero gracias a la recomendación de un amigo llegaron a VigoEmprende, un servicio del Ayuntamiento de la localidad que da formación y asesoría a aquellas personas que quieren dar forma a su iniciativa.

“Te orientan con el papeleo, dónde ir, ayudas… Te dan los pasitos y tú los vas siguiendo”, se sonríe Vanesa. El momento más complicado, dice, fue elegir la personalidad jurídica de su compañía.

Ahora, las dos gallegas ya han puesto en marcha su página web donde los potenciales compradores pueden escoger sudaderas y gorros básicos y seleccionar los colores y bordados, de tal manera que sean prendas únicas y sostenibles.

“Es ropa con materiales reciclados u orgánicos, pero personalizables. El cliente elige qué bordar en ella. El bordado es el estampado más sostenible”, defiende Vanesa.

Un empujón europeo

Aunque a ambas iniciativas las separan 900 kilómetros y un par de generaciones, hay varias cosas que tienen en común. Son proyectos de emprendimiento dirigidos por mujeres, con una férrea apuesta por el ecologismo y que han recibido el determinante apoyo europeo para salir adelante.

El proyecto de María Dolores, Oli-Oli, recibió una ayuda de 4.000 euros procedente del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder), destinada a modernizar la maquinaria y los procesos productivos en sus olivares, una apuesta por reducir -todavía más- el impacto ecológico de la producción de aceite.

Y Vana ha recibido el empujón determinante de VigoEmprende, que impulsa las iniciativas emprendedoras gracias a la financiación que procede del mismo fondo.

El empleo de estos fondos está en línea con las metas que se ha marcado la Unión Europea para reducir la desigualdad en los Veintisiete. Fomentando el emprendimiento se pueden atajar las brechas de género que todavía persisten y que la pandemia ha ahondado. Y si estas nuevas empresas son ‘verdes’ y cuidadosas con el medio ambiente, sería cumplir con un doble objetivo.

De media, la brecha salarial -lo que las mujeres ingresan menos que los hombres- en la UE es del 15,3%, de acuerdo con Eurostat. Esto es lo que las mujeres ingresan menos que los hombres, con acusadas diferencias entre algunos países. En Luxemburgo, por ejemplo, la diferencia es apenas de 1,4%, pero en Estonia la grieta se ensancha hasta el 21,8%.

La Comisión ha diseñado una Estrategia Europea para la Igualdad de Género 2020-2025 que busca atajar, entre otras cosas, que las mujeres ganan un 16% menos de media por hora que los hombres y donde la tasa de actividad de las mujeres arroja que solo el 67% de ellas trabaja, frente al 78% de los hombres.

¿Y cómo recortar las distancias hasta la igualdad entre hombres y mujeres? Entre otras cosas, siendo transparentes con los salarios que pagan las compañías, según la eurodiputada María Eugenia Rodríguez Palop, vicepresidenta de la Comisión de Igualdad del Parlamento Europeo. “El primer objetivo y más importante es conseguir la igualdad retributiva. Ahora va a ponerse en marcha la directiva de transparencia salarial para obligar a las empresas a publicar los salarios de sus trabajadores, justamente para poder medir bien la brecha salarial”.

Porque la brecha salarial no es solo un problema de presente, sino también a futuro, ya que agranda las diferencias a la hora de retirarse. Es la conocida brecha de pensiones, que en Europa alcanza de media el 30,1%.

“La igualdad retributiva es mejorar la vida de las mujeres trabajadoras y la de las mujeres cuando son mayores”, insiste Rodríguez Palop.

El emprendimiento femenino, sostiene la representante europea, es “esencial” y funciona a la hora de reducir los desequilibrios económicos. Sin embargo, las mujeres van muy por detrás de los hombres en cuanto al emprendimiento.

Según datos de Eurostat, apenas el 7% de las mujeres son autónomas sin empleados en la Unión Europea, frente al 9% de media de los hombres.

Entre otras iniciativas, la Estrategia también busca garantizar una mayor representación de las mujeres en consejos de administración y puestos de poder. En la actualidad, solo el 7,5% de las mujeres presiden los máximos órganos de una compañía y apenas el 7,7% son altas ejecutivas.

Pero esto implica también fomentar la representativas de las mujeres en los puestos políticos. Tanto a la hora de votar como a la hora de presentarse como candidatas. Un ejemplo es el Parlamento Europeo, donde las mujeres han pasado de representar apenas el 15% de los miembros, al 40,4% en la actualidad.

Países como España, donde la Ley electoral requiere una cuota del 40-60 para ambos sexos en las listas que presentan los partidos, se encuentran por encima de la media, con un 47% de eurodiputadas en su delegación en el Parlamento.

La igualdad, sin embargo, queda todavía pendiente y lejana. Todavía el 44% de los europeos creen que el cometido más importante de una mujer es cuidar de su hogar y su familia y el 43% sostiene que el cometido más importante de un hombre es ganar dinero.