El pasado domingo, 157 personas, entre ellas dos españoles, perdieron la vida al estrellarse un avión de Ethiopian Airlines pocos minutos después de despegar del aeropuerto de Adis Abeba con destino a Nairobi.

La aeronave era un Boeing 737 MAX 8, un modelo cuya seguridad está ahora en el punto de mira y al que la Unión Europea ha cerrado todo su espacio aéreo. Hasta 32 aerolíneas de 47 países diferentes han decidido suspender sus vuelos con estos aparatos como precaución hasta que no se aclare si son seguros.

laSexta se ha subido a un simulador para ponerse a los mandos de un avión de este modelo despegando desde la capital de Etiopía, la misma maniobra que realizó el avión siniestrado.

A pocos minutos del despegue empiezan los problemas. "El avión empieza a subir y a bajar pero sin hacernos caso", explica Jaime Tuset, instructor de vuelo de los simuladores Flysim-NG. En un momento dado, el avión se vuelve incontrolable y "ya no hay solución".

Según detallan los especialistas, el aparato tiene unos sensores en el morro que detectan el ángulo de inclinación del avión. Si este está muy elevado, tienden a corregirlo automáticamente. En el accidente de Etiopía, ese sistema habría recibido información errónea de los sensores, situando en picado el aparato cuando no era necesario.

"Al picar hacia abajo el piloto no tiene medios y esto hace que el avión caiga", apunta Francisco Cruz, portavoz del Sindicato de Pilotos.

Esto provoca "una lucha de los pilotos con el aparato". Así lo recoge de manera literal el informe preliminar de otro accidente aéreo con el mismo modelo de avión, el de la compañía aérea Lionair, que dejó 189 muertos hace cuatro meses en Indonesia.

Una lucha del hombre contra la máquina que pone en duda si los pilotos saben cómo utilizar este sistema. "Esta modificación no estaba incluida en los programas de formación de los pilotos", afirma Antonio Mota, director de AeroSolutions.

Así se convierte lo que a priori era una ayuda para los pilotos en una trampa mortal.