Estados Unidos es ya el país más castigado por el coronavirus. En las últimas 24 horas ha registrado un nuevo récord de fallecidos con casi 2.000 muertos. El número total se acerca a los 13.000.

Nueva York es el foco de la pandemia: allí el COVID-19 ha provocado más muertes que el 11S y los fallecidos ascienden a 5.400.

Ante esta escalada en las cifras, Donald Trump busca culpables, y ha amenazado con cortarle la financiación a la OMS por haber fallado en sus previsiones: "Se han equivocado en muchas cosas. Parecen ser muy 'chinocéntricos'", ha cuestionado el mandatario.

"Está impactando con fuerza en la comunidad afroamericana"

A los datos globales se suman los informes por raza que empiezan a facilitar algunos estados y que demuestran que la enfermedad se ceba especialmente con la población negra. Así lo ha transmitido el presidente estadounidense: "Nuestros datos revelan que la enfermedad está impactando con fuerza en la comunidad afroamericana".

Por ejemplo, en el condado de Milwaukee, estado de Wisconsin, los afroamericanos representan el 26% de la población, pero suponen el 81% de las muertes por COVID-19. Si nos fijamos en la ciudad de Chicago, la brecha vuelve a aparecer: siete de cada diez fallecidos son negros, siendo el 30% de la población. Y caso similar el del sureño estado de Luisiana.

De momento son datos prematuros e incompletos, porque la Administración Federal no publica información pormenorizada por etnia sobre la incidencia de la pandemia. Pero sí señalan una alarmante vulnerabilidad en una población ya de por sí más desfavorecida y con menor acceso al sistema sanitario.