Año 2013. Edward Snowden, exanalista de la CIA y de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, destapa el espionaje de la administración de Barack Obama a la canciller Angela Merkel con ayuda de la inteligencia danesa.
Snowden reveló unos informes a la prensa que aseguraban que el aparato de inteligencia estadounidense intervenía comunicaciones y recolectaba datos de líderes mundiales, países amigos en los que incluso sus servicios secretos cooperan desde hace décadas.
El escándalo fue tal que recibió un nombre propio: 'Operación Dunhammer'. La reacción de la entonces canciller alemana fue contudente, tachando de "inaceptable" este espionaje "entre amigos". Estas escuchas se dieron entre 2012 y 2014, con Estados Unidos espiando también a sus aliados europeos.
Este escándalo empañó las relaciones entre los dos grandes aliados transatlánticos. Ahora, diez años después, parece que las cosas no han cambiado demasiado, más después de conocer el caso de los espías de EEUU que captaron a agentes del CNI detenidos por filtrar información secreta.
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Entonces, se decía que el ahora presidente de Estados Unidos, Joe Biden, estaba "profundamente involucrado" en este escándalo. Al fin y al cabo, era la mano derecha de Obama.