tras el asesinato en utah

Erika Kirk se erige como heredera del movimiento de su marido, Charlie Kirk: "El llanto de esta viuda resonará en todo el mundo como un grito de guerra"

El contexto Tras la pérdida de su marido, la mujer a la que Charlie definía como "más conservadora que yo" asegura: "No tengo nada que temer".

Erika Kirk

El asesinato de Charlie Kirk ha dejado a su esposa, Erika, sin el centro de su vida. Hasta entonces, siempre había estado a su lado —o, como ella misma reconocía, por debajo de él—. "Me encanta someterme a Charlie porque es un líder fenomenal y la forma en que me ama me derrite. Quiero poder decirle cómo puedo ayudarle", confesó en una entrevista Erika.

Días después de su muerte, la viuda compartió en redes un video en el que se la ve besándole las manos durante el funeral. Y, sin embargo, entre lágrimas, lanzó una promesa pública: continuar su misión. "No tienen ni idea del fuego que han encendido en esta esposa, del llanto de esta viuda que resonará en todo el mundo como un grito de guerra".

Erika junto al cuerpo de Charlie. Erika junto al cuerpo de Charlie. Agencia EFE

Ahora, Erika Kirk se erige como heredera del movimiento iniciado por su marido. "No tengo nada que temer", ha asegurado.

¿Quién es ella? Nieta de un inmigrante sueco, nació en Arizona y en 2012 fue coronada Miss del estado. "Vengo de una gran familia que tiene una genética muy increíble, así que gracias mamá y papá", dijo entonces. Su vida ha estado marcada por un pilar inquebrantable: la fe. "Ahora más que nunca, tu fe debe estar encendida", repite como mantra tras la pérdida de su marido.

Dueña de una marca de ropa cristiana, Erika ha sido definida por el propio Charlie como aún más radical en sus convicciones. "Soy moderado comparado con Erika", admitía. "Erika es muy conservadora". Hasta ahora había estado dedicada a criar a los dos hijos del matrimonio —a los que no lleva al colegio, siguiendo un modelo de educación en casa—, pero su horizonte ha cambiado.

La viuda ahora levanta la bandera de su legado político y aspira a convertirse en garante de un movimiento que, tras perder a su líder, busca en ella la continuidad.