Florida ha estrenado en las últimas horas la ley popularmente conocida como "No digas gay", una norma que veta todo contenido que verse de identidad de género u orientación sexual en las aulas.

Ni profesores ni alumnos podrán hablar de ello y las autoridades animan a las familias a denunciar a quien lo haga. Los activistas ya temen las posibles consecuencias. "Estamos extremadamente preocupados, ya hemos visto las repercusiones, incluso, desde que se aprobó el proyecto de ley", sostiene Max Fenning, cofundador de la ONG Prism.

El ultraconservador gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis, firmó el proyecto de ley el pasado marzo, argumentando el derecho de los padres a elegir qué les enseñan a sus hijos. "Los padres tienen derecho a enviar a sus hijos a aprender a las escuelas, no a que los adoctrinen".

Esto ha provocado episodios más que llamativos como el de Zander Moricz, de 18 años, un joven activista gay que debía dar el discurso de fin de curso de su promoción. El director del instituto le llamó a su despacho antes para advertirle: no podía hablar de derechos LGTBI o apagarían su micrófono.

Por lo que decidió hablar de su pelo rizado. "Como sabéis, tengo el pelo rizado. Solía odiar mis rizos. Pasaba mañanas y noches avergonzándome de ellos, tratando, desesperadamente, de 'enderezar' esa parte de mí", asevera en su discurso. "Así que, ya que tener el pelo rizado en Florida es difícil por la humedad, decidí enorgullecerme de lo que soy. Fueron mis amigos quienes me dijeron que este estilo me favorecía y que debía dejar de esconderlo", continúa.

A estudiantes y profesores como él quiere protegerlos la Casa Blanca. No dejarán, dicen, que haya discriminación en Florida.