La salud se queda sin aire en Ucrania, el 9 de marzo la Organización Mundial de la Salud hablaba ya de 18 hospitales atacados y casi 20 días después son más de 60 los ataques contra infraestructuras sanitarias.

En Mariúpol, una maternidad y un hospital infantil sufrieron un brutal bombardeo. Hubo mujeres embarazadas que lucharon por sus vidas y por las de sus hijos y perdieron la batalla días después.

Ni tan siquiera el transporte de los heridos a otro lugar seguro es fácil, una sanitaria ucraniana enseña como quedó su ambulancia tras un traslado. El vehículo terminó bombardeado por ambos lados, asegura, a pesar de sus distintivos.

En Ucrania todo ya es un objetivo y los hospitales se improvisan en construcciones subterráneas, pero los médicos necesitan material sanitario. No hay zonas seguras y es necesario improvisar.

"Compramos el material sanitario en Europa y lo llevamos por medio de un corredor logístico entre Rumanía y Ucrania", indica Jesús Cruz, de Médicos del Mundo. Ventanas abiertas, dicen ellos, que les permite meter el material en ciudades como Járkov o Kiev, donde también utilizan proveedores internos.

"Como son ciudades tan grandes, todavía tienen proveedores internos a los que, de momento, se les puede comprar en pequeñas cantidades para abastecer a los hospitales", añade Cruz.

Pero la salud mental en tiempos de guerra es el gran problema, sobre todo en ciudades como Mariúpol. "Lo tenemos organizado ahora mismo en remoto y se pueden dar servicios de salud mental, u orientaciones de salud", indica Cruz.

Todo un reto en una guerra donde se viola, una y otra vez, el derecho internacional humanitario.