Unas 3.000 personas fallecieron en los atentados del 11S en Nueva York, de los que hoy se cumplen 18 años. De ellas, 343 eran bomberos de la ciudad que trabajaron en las labores de rescate.

Sin embargo, las mortales consecuencias del ataque al World Trade Center no se quedaron en aquel infausto día: las secuelas del atentado han seguido cobrándose vidas desde entonces, especialmente entre los trabajadores de los servicios de emergencias que acudieron a socorrer a las víctimas.

Según el Departamento de Bomberos de Nueva York (FDNY), además de los que fallecieron el 11 de septiembre de 2001, otros 200 efectivos del cuerpo han muerto en estos años por enfermedades relacionadas con la tragedia.

El último de ellos fue Richard Driscoll, que murió el pasado 18 de julio, casi dos décadas después de haber participado en las labores de rescate en la 'Zona Cero' de la tragedia.

Desde el Departamento de Bomberos de la ciudad lamentaron su muerte y tachaban de "casi incomprensible" que "después de perder a 343 miembros el 11 de septiembre, ahora hayan muerto 200 miembros más del FDNY". 200 muertes que el comisionado de Bomberos, Daniel Nigro, atribuía a lo que denominó "la enfermedad del World Trade Center".

Y es que, según un reciente estudio recogido en 'Jama Network', la caída de las Torres Gemelas generó una enorme nube de polvo y creó un entorno peligroso para los trabajadores de los servicios de emergencias que acudieron al lugar, así como para los vecinos de la zona.

Durante las labores de rescate y en los meses posteriores, miles de bomberos de Nueva York estuvieron expuestos directamente a esta zona de riesgo tóxico, algo que se ha asociado con problemas respiratorios y otras enfermedades, además de trastorno de estrés postraumático.

Los resultados del mencionado estudio sugieren además que aquellos que estuvieron más expuestos al World Trade Center tras la tragedia son más proclives a desarrollar enfermedades cardiovasculares a largo plazo. Así, los bomberos que llegaron antes al lugar del atentado y los que permanecieron allí más de seis meses trabajando en las labores de limpieza y retirada de escombros tuvieron mayor probabilidad de sufrir un accidente cardiovascular en los 16 años posteriores.

Otro estudio, publicado en el International Journal of Environmental Research and Public Health, apunta a que la incidencia del cáncer de tiroides es mayor entre las personas que se desplazaron a las Torres para atender a las víctimas que entre la población general.

En el mismo sentido, un estudio oncológico de 2018, también recogido por 'Jama Network', apunta igualmente a que la exposición al desastre del World Trade Center está asociada con la enfermedad precursora del mieloma (cáncer de las células plasmáticas) y la considera un factor de riesgo para el desarrollo de mieloma múltiple a una edad más temprana.