La nueva ley aprobada en Francia pone en el foco en lo que califica como 'separatismo'. En este sentido, Eduardo Saldaña, codirector de 'El Orden Mundial' señala que "parte de la premisa de que te intentas separar de la sociedad". "En el momento en el que tú por tus ideas fundamentalistas tienes unas leyes de facto que aplicas por encima de las leyes de la república, lo que estás haciendo es separarte socialmente", indica.

Aunque la ley no habla de islamismo, está pensada para abordar esa ideología y, especialmente, el salafismo, la visión más extrema, con una lectura muy rigurosa del Corán. "El proceso de radicalización violenta que conduce a la implicación terrorista, típicamente, pasa primero por la absorción de actitudes y creencias de índole salafista", apunta al respecto Fernando Reinares, analista del Real Instituto Elcano.

Por ello, la norma facilita el cierre de determinados centros de culto y fiscaliza la financiación que reciben determinadas asociaciones donde se fomenta esa visión radical. Y es que, tal y como afirma, Fernando Reinares, "a menudo acogen en su seno a individuos, predicadores, doctrinarios, que justifican abiertamente el terrorismo".

Sin embargo, varios grupos islámicos denuncian que la ley estigmatiza a toda su religión, aunque desde el Gobierno insisten en que solo quieren "luchar contra los extremismos". Se trata de una ley que prohíbe expresamente los test de virginidad y vigila la educación en casa.

"¿Hasta qué punto puedes permitir que se saque a menores de centros escolares o se concierten matrimonios forzosos Aceptamos la libertad religiosa, pero lo que no aceptamos son fundamentalismos que intentan romper con una serie de libertades y derechos humanos", manifiesta Eduardo Saldaña.

Macron también busca rédito político, ya que en 2022 hay elecciones y quiere pescar votos de la derecha, e incluso entre algunos votantes de Le Pen. Por este motivo, la izquierda ha votado en contra.

Para el codirector de 'El Orden Mundial', "el hecho de que lo haga un partido de centro-derecha como el de Macron, da pie a que se aborde de una manera muy 'securitizadora', y lo que nos vamos a encontrar, sobre todo, es una apelación constante a los valores de Francia". Este chovinismo no gusta a los progresistas, quienes reclaman un enfoque distinto de esta problemática.