Emanuela Orlandi, ciudadana del Vaticano, salió de casa el 22 de junio de 1983 enfadada con su hermano, que no quiso llevarla en moto a la escuela de música. Después de la clase, sobre las 19:00 horas, la niña llama por teléfono y habla con su hermana. Le cuenta que se dirige a un trabajo para repartir publicidad por 175 euros. Un trabajo falso, ofrecido por un hombre de mediana edad, como más tarde demostró la investigación.

Hoy se cumplen 40 años de aquel nefasto día, cuando se perdió el rastro de Emanuela, hija de un funcionario del Vaticano.

Solo la familia conocía la desaparición, hasta que Juan Pablo II la hacía pública 11 días después durante el Ángelus. "Estoy cerca de la familia Orlandi, quienes están afligidos por su hija Emanuela de 15 años. Comparto la angustia y el temor de los padres. No pierdo la esperanza en el sentido de humanidad de quien sea el responsable en este caso", dijo entonces.

El o los responsables de esta desaparición, cuatro décadas después, siguen ocultos. Las hipótesis van desde la pederastia en el vaticano a una red de espionaje para chantajear al papa y obligarle a liberar a Ali Agca, el hombre que intentó asesinarlo el 13 de mayo de 1981. Otra teoría señala a una extorsión de la mafia romana.

Este jueves, el fiscal vaticano, Alessandro Diddi, ha confirmado que hay líneas de investigación dignas de profundizar y ha remitido toda la documentación del caso a la fiscalía romana. En un comunicado detalla: "Procedió a examinar el material, confirmando algunas líneas de investigación dignas de profundizar y remitiendo toda la documentación relacionada, en las últimas semanas, a la fiscalía de Roma, para que ésta la examine y proceda en la dirección que estime más adecuada".

El hermano de Emanuela, Pietro Orlandi, no pierde la esperanza y desea que el papa Francisco recuerde el caso de su hermana el próximo domingo 25 de junio.

Los Orlandi no se rinden y 40 años después continúan luchando para desentrañar uno de los mayores misterios que esconde el Vaticano.