El multimillonario fundado de SpaceX, Elon Musk, solicitó al Departamento de Defensa de Estados Unidos que se haga cargo del costo de suministrar satélites para comunicaciones a Ucrania, algo que hasta ahora estaba haciendo de forma gratuita.

Según publicó este jueves el canal estadounidense CNN, SpaceX habría comunicado ya al Pentágono que si no aporta decenas de millones de dólares cada mes, las donaciones podrían estarse acercando a su fin. Desde los inicios de la guerra en Ucrania, Musk ha estado enviando terminales de su servicio de conexión por satélite SpaceX Starlink para tratar de aliviar las interrupciones del servicio de internet en Ucrania causados por los bombardeos.

Según el propio Musk, la operación ya le ha costado a SpaceX 80 millones de dólares y se prevé que alcance los 100 millones a finales de año. Desde luego es una mala noticia para Ucrania: las tropas ucranianas podrían quedar sin conexión y por tanto, sin posibilidad de coordinarse. Pero no es la única mala noticia.

Tal y como ocurrió en vísperas de la invasión de febrero, las tropas rusas vuelven a desplegarse en Bielorrusia. Ucrania acusa a este país de ser cómplice del Kremlin por permitir entrar de nuevo a su país a las tropas de Putin. A pesar de todo ello, el presidente ucraniano promete vencer a Rusia tras la lluvia de misiles que han caído sobre Ucrania en los últimos días.

"Los rusos no tienen ninguna posibilidad y no vencerán porque Ucrania está avanzando", asegura. Los ucranianos han reanudado su ofensiva hacia Jersón, donde se producen escenas como la que se puede ver en el vídeo de portada: la de un soldado ruso protagonizando una rendición.

Podría ser uno de los 16 mil civiles rusos movilizados en las últimas semanas que ya están combatiendo en el frente, según contó Putin este viernes. Ya hay bajas entre los soldados del Kremlin enviados al frente. La movilización parcial de tropas terminará en dos semanas y Putin no tiene intención de continuar con ella. "No está previsto hacer nada más", señalaba.

Aun así, en Rusia se siguen viendo escenas como las del vídeo de portada. En ellas aparecen jóvenes siendo reclutados para la guerra en las puertas del metro. Así como también controles policiales en mitad de carreteras moscovitas para revisar documentos. La policía espera a los reclutas incluso en la entrada de sus casas.