Lo dejó claro días antes de la votación y no era algo improvisado. Donald Trump ha insistido en varias ocasiones en que las elecciones de Estados Unidos no acabarán con el conteo de los votos, que finalmente ha dado como ganador a Joe Biden, sino con la batalla legal que está previsto que inicie Trump tras haber perdido.

Tres grandes bufetes se encargarán de esta tarea, uno de los cuales ha logrado evitar que se publique su información fiscal. También abogados del partido llevan meses estudiando las normas de cada condado.

Antes de las elecciones intentaron dificultar el voto por correo o anticipado con casi 200 denuncias. Igual o mayor esfuerzo harán para invalidar los recuentos. Hasta ahora, han pedido parar el recuento o invalidar votos en Nevada, Wisconsin, Michigan, Georgia y Pensilvania.

Para dar la batalla legal, el partido republicano lleva días pidiendo dinero a sus bases. Ya han recaudado 64 millones de dólares y apuestan sus cartas a que el Supremo les dará la razón.

A expensas de la batalla legal que pueda presentar Trump y que pondrá a prueba las costuras de la constitución estadounidense, Biden sería el próximo inquilino de la Casa Blanca.