A falta de 30 días para las elecciones en Estados Unidos, la campaña de Trump queda en suspenso. Las encuestas publicadas este domingo sitúan a Biden con una ventaja de entre 10 y 11 puntos.

Los republicanos, que lo fiaban todo a una remontada como la de hace cuatro años, basada en el tirón popular de Trump en los mítines y en su habilidad para dirigir mensajes a sectores concretos de la población, pierden su mejor baza.

Gabriel Colomé, director del máster de Marketing Político de la UAB, nos cuenta que su estrategia era “tocar a la gente y animarla a salir a votar”. Por eso los lanzan dentro de la 'operación MAGA', un plan B.

El vicepresidente Pence toma las riendas y los hijos de Trump se implicarán en la campaña para activar el voto emocional. "Pueden recibir el voto extra de gente que no pensaba votar pero va a ir a votar al presidente enfermo", asegura Colomé.

En el aire queda el debate con Biden previsto para el 15 de octubre. Nada hace presagiar que el presidente, enfermo de riesgo, pueda recuperarse tan pronto. Además, su primer encuentro se produjo hace solo cuatro días y Biden, que por ahora ha dado negativo, deberá seguir testándose.

Pero el proceso electoral sigue adelante, pase lo que pase. “Incluso si el candidato a la presidencia -Trump- muere, la Constitución dice cómo tiene que actuarse”, afirma Colomé. Aunque gana peso la hipótesis de que Trump, si pierde en una votación ajustada tras una campaña atípica, se niegue a reconocer al ganador.

En tal caso, el proceso podría dirimirse en los tribunales, como ocurrió en el año 2000. La Constitución marca los tiempos. El próximo 20 de enero, uno de los dos candidatos deberá tomar posesión del cargo.