Después de décadas de permisividad, ahora piden perdón: "Quiero expresar mi más profunda pena y perdón a todos los supervivientes de abusos sexuales por parte del clero", asegura Ronald Gainer, obispo de la diócesis Harrisburg.

Su nombre aparece en el informe sobre los abusos a la Iglesia de Pensilvania. Bajo su tutela, 45 curas habrían cometido actos de pederastia. Ahora, tras conocer los escalofriantes datos (1.000 menores, 300 curas y siete décadas) los responsables prometen cambios.

"Empezar con el proceso de recolectar y publicar los nombres de todos los individuos que son acusados de abusos", explica Kevin Rhoades, obispo de la diócesis de Fort Wayne.

Aunque el obispo Rhodes ha declarado que denunció ante las autoridades a dos curas acusados de abusos a menores, muchos otros fueron obviados. Así lo refleja la investigación que pone en evidencia una maquinaria de silencio y ocultamiento.

"Los obispos tenían la llave a archivos secretos, que contenían las acusaciones y confesiones de abusos", asegura Josh Shapiro, Fiscal General de Pensilvania. Prácticas con las que llegaron incluso a trasladar a los curas abusadores a otras parroquias siendo conscientes del peligro que suponían.

En el 2015 el Vaticano permitió que se apartase a un cura acusado de un delito de pornografía infantil.

Historias que habrían llegado a oídos del Vaticano. En algunas ocasiones las habría tolerado. La Santa Sede aparece desde 1963 en la investigación. La última vez en el 2015. Con el Papa Francisco en el poder e instaurada su política de tolerancia cero contra la pederastia.