Theresa May, primera ministra británica, sostiene que no proponen "aumentar el periodo de implementación", sino que trabajan "para asegurar una solución a la barrera de protección en Irlanda del Norte". Michel Barnier, negociador Jefe de la UE para el Brexit, afirma que necesitan "mucho tiempo".

Precisamente la frontera entre Irlanda del Norte y la república de Irlanda son el principal escollo. El partido Unionista de Irlanda del Norte, que sostiene a May en el Gobierno, cree que una frontera blanda les alejaría del Reino Unido y favorecería la reunificación.

Irlanda se niega a una frontera dura que perjudicaría a su economía y los expertos advierten que puede poner en riesgo la paz que se firmó hace ahora 20 años.

Pol Morillas, presidente CIDOB, defiende que "se trata de asegurar que el Brexit no tiene una influencia sobre cuestiones mayores más allá de la salida del Reino Unido de la UE. Que Irlanda no vea peligrar los acuerdos de Paz de Ulster".

Se han acordado los derechos de los europeos residentes en Reino Unido y viceversa y la factura de 40.000 millones que Londres pagará por sus compromisos con la Unión.

Sin embargo, la frontera podría dar al traste con las negociaciones y resolver el Brexit a las bravas. Algo que el presidente de la Comisión Europea ya ha advertido: será peligroso para ambas partes.

Todo esto en un país en el que son muchas las voces que piden un nuevo referéndum ahora que se conocen las condiciones de la salida de la Unión.