El yihadista tunecino había llegado a Alemania en 2015, trató de registrarse como refugiado pero su petición fue rechazada y estaba calificado de "peligroso" por los servicios de espionaje, que siguieron sus pasos durante meses pero no se le llegó a expulsar.

Amri murió a disparos de la Policía italiana en un control de rutina, unos días después del atentado y tras haber recorrido en su huida varios países europeos.

Su caso desató un cruce de acusaciones de negligencia en la vigilancia policial del tunecino entre las autoridades del "Land" de Renania del Norte-Westfalia, donde había residido como solicitante de asilo, y las de Berlín, donde cometió el atentado.

Según Der Spiegel, actualmente hay en el país unos 600 individuos calificados de "peligrosos", en los que se ha observado una fuerte radicalización.