A pesar de una mayoría conservadora, los magistrados del Tribunal Supremo de EEUU han dictaminado que los derechos laborales de homosexuales, bisexuales y transexuales están amparados por la ley de derechos civiles.

Hasta la fecha, las leyes hablaban de sexo pero no de identidades. Por ello, no te podían despedir por ser hombre o mujer, pero todo lo demás quedaba fuera de la ley y había empresarios que se acogían a eso para despedir a trabajadores por su orientación sexual o su identidad de género.

Con este fallo, el más importante a favor de la comunidad LGTBI en el país, el Supremo estadounidense pone fin a los despidos considerados discriminatorios en pleno siglo XXI. El organismo, de mayoría ultraconservadora, reconoce de esta manera las libertades y derechos del colectivo.

Aimee, símbolo de la lucha

Aimee Stephens fue despedida en 2013 de la funeraria que dirigía tras confesar a su jefe que su vida como Charles era una mentira y que ella era, y así se sentía, mujer.

Estaba dispuesta a dar el paso más importante de su vida, e iniciar el proceso de transición para dejar de ser fisiológicamente un hombre y convertirse en una mujer. Su lucha, y la de muchos otros, ha sido clave para que el Supremo se haya pronunciado sobre el tema.

También se ha posicionado en otros dos casos: el de Gerald Bostock, quien fue despedido después de que se uniera a una liga de softball que simpatizaba con las personas LGTBIQ, y Donald Zarda, que fue obligado a dejar su puesto de instructor de paracaidismo tras revelar que era gay.