Emocionada y nerviosa Rasha se reencuentra con sus dos hijos. Se había prometido no llorar, pero ha sido imposible no hacerlo después de cinco años sin saber de ellos. Los abraza y los besa.

El día que su hermano murió, tuvo que dejar la casa unos días y al volver, sus hijos ya no estaban. El padre, un maltratador que no se encargaba de los pequeños, se los había llevado fuera de su hogar en Alepo, a la zona siria controlada por Dáesh.

Durante cinco años Rasha pensó que sus hijos podían haber muerto en la guerra, pero nunca perdió la esperanza. "Siempre tenía a mis hijos en mente. Cuando veía a un niño gritar 'mamá', mi corazón se rompía", cuenta la mujer.

Hace un mes, los niños pudieron escapar y acabaron en un campo de refugiados del noroeste de Siria. Allí, personal de la ONG Save the Children pudo localizar a su madre a través de Facebook. Pero tenían que asegurarse y lo comprobaron cuando la madre les contó que los pequeños tenían manchas azules de nacimiento en la espalda.

Mohamed y Yousef, aún aturdidos por el infierno que han pasado, ya están con su madre de vuelta en Alepo. Pero ahora Rasha, sin recursos, ni casa propia, se pregunta cómo van a sobrevivir en la que antes fue la ciudad más rica e industrial de Siria, hoy devastada por la guerra.