Es el incendio más mortífero de la historia de Portugal. Ya van 64 muertos: 30 de ellos, gente que trataba de huir en sus coches y se vio atrapada entre las llamas en una auténtica ratonera.

Es una zona rural llena de aldeas pequeñas. A muchas de ellas aún no han conseguido llegar por ningún medio. Vecinos y bomberos no descansan ni de noche tratando de frenar las llamas.

Toda ayuda es poca. Los bomberos, que descansan donde pueden, están agotados después de tantas horas de trabajo. Muchos vecinos no tienen otra opción que mirar cómo las llamas avanzan hacia sus casas o cómo las destruyen.

La lucha contra el incendio está siendo muy complicada. Durante la mañana, los aviones no han podido actuar en todas las zonas por las malas condiciones. Más de 1.100 efectivos luchan contra el fuego, 2.000 en los incendios de toda la zona central del país.

Al menos cinco aldeas han sido evacuadas, unas 150 familias. Se marchan sin saber qué encontrarán cuando vuelvan.

A pesar de un breve amago de lluvia en la zona, las condiciones siguen siendo de riesgo extremo y ya es el tercer día de incendio.